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La Torre de Don Borja acogió el pasado 9 de noviembre una conversación entre Andrés Rábago, «El Roto»,  y Luis Alberto de Cuenca. El encuentro, al que asistieron más de sesenta personas, sirvió principalmente para reflexionar sobre la obra de Andrés Rábago como dibujante satírico desde los años setenta hasta la actualidad, primero bajo el alias de OPS y más tarde, tras la llegada de la democracia, diariamente en el periódico El País bajo el nombre «El Roto».

 

 

 

Para Andrés Rábago, que fue distinguido con el Premio Nacional de Ilustración en 2012,  «en la sátira hay una voluntad de servicio, tiene que servir para algo, la función no es solo criticar lo que está mal sino también hacer una apertura hacia otros ámbitos de la realidad que son invisibles». Luis Alberto de Cuenca, premio Nacional de Poesía, filólogo clásico y gran aficionado al cómic, señaló que «es una obligación moral de todo creador caminar contracorriente, buscar otro camino distinto al de la mayoría y no dar por sentado que el camino de la mayoría es el acertado». «El Roto», por su parte, afirmó que «pensar de una manera que no sea la oficial es muy difícil porque existe una corriente de opinión que nos arrastra, nos manipulan para indicarnos a dónde tenemos que mirar y cada uno nosotros debemos tener una linterna para poder enfocar lo que queremos ver y no lo que nos dicen que debemos mirar».

 

 

«El Roto» habló con detalle de su trabajo diario como artista plástico, labor a la que dedica la primera mitad del día aprovechando la luz de la mañana, y como dibujante satírico, un proceso que comienza con la lectura de la prensa a primera hora del día, que desarrolla por las tardes y que se puede prolongar en el caso de algunas viñetas durante meses. «Tengo ya listas -explicó- viñetas para la feria de Arco del año que viene y tengo muchas ideas en las que voy trabajando poco a poco, que se van decantando». El dibujante aprovechó la ocasión para adelantar el texto de una viñeta en la que reflexionará sobre cómo hemos pasado de una sociedad muda en la dictadura (sus propios dibujos como OPS carecían de texto por ese motivo) a una sociedad en la que no se para de hablar pero en la que no se dice nada: «Hemos vaciado de significado las palabras para que podáis hablar libremente».

En la conversación, que se prolongó durante más de hora y media, Andrés Rábago y Luis Alberto de Cuenca también hablaron de la trayectoria de Andrés Rábago como artista plástico, unos trabajos que firma como Rábago y que le permiten profundizar en el lado más espiritual y metafísico de la existencia y la identidad. En este sentido, mientras Luis Alberto de Cuenca reconoció su afinidad emocional con la adolescencia eterna y las aventuras que dan lugar a su pasión el cómic, Rábago confesó que estaba intentando llegar a la madurez, pero que le resultaba muy difícil. «Estoy -explicó- buscando la niñez, pero una niñez madura, cuando llegas la niñez ya enterándote está muy bien porque el juego lo ves desde otro punto de vista, el mundo vuelve a ser el territorio del juego, pero es un juego serio».