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Juan Uslé (Santander, 1954), considerado uno de los artistas españoles más importantes del panorama internacional, fue el protagonista del encuentro que tuvo lugar ayer sábado en la Torre de Don Borja, de Santillana del Mar. El artista, que trabaja a caballo entre Nueva York, Cantabria y Valencia, habló de su última exposición en Berlín, de su obra pictórica, de sus fotografías, del descubrimiento del arte en la infancia, de su trayectoria desde los años ochenta, de la aventura neoyorkina junto a la artista Victoria Civera y de su forma singular y extremadamente personal de vivir la experiencia artística

Juan Uslé, Premio Nacional de Artes Plásticas en 2002, conversó con el poeta Marcos Díez y defendió “un arte que genere espacios de reflexión, que esté abierto a la imaginación del espectador y a que el espectador dé sentido a lo representado”. El artista aseguró también que el arte permite acceder a través de fisuras a lugares en los que no manda la razón y que son muy necesarios. Uslé explicó también como son los procesos lentos que dan lugar a un cuadro y recordó que  “la pintura es una imagen que tiene cuerpo, piel y carne debajo de la piel”. Destacó, también, la importancia que en su creación tiene el movimiento: “todo lo que está fijado, está muerto”, aseguró. Uslé defendió, durante el diálogo, el arte como experiencia y, frente a las palabras, consideró que el hacer es fundamental: “existe lo que hacemos, hacemos lo que somos, somos lo que hacemos. El resto es ruido”.

 

El artista, que cuando está en Cantabria trabaja en la localidad de Saro, defendió la importancia del silencio y del lugar de trabajo, del estudio como espacio para el recogimiento y lo que conlleva de actividad interior. En esa intimidad el artista pinta, en muchas de sus obras, escuchando su cuerpo y sincronizando las pinceladas con el latido de su corazón. En un mundo tecnológico el artista manifiesta que va en otra dirección: “hacia la protección de la penumbra”. Allí, en el estudio, Juan Uslé trabaja y crea mientras recuerda que las grandes obras de arte “nos inducen a mirar hacia adentro y ayudan a comprender los complejos tejidos de la maraña humana”.

Durante el encuentro, de más de una hora de duración, el artista habló de algunos sus familias de pinturas más emblemáticas, como Nemasté, Célibataires o Soñé que revelabas. También de trabajos como Línea Dolca. Juan Uslé, ante la pregunta de para qué sirve el arte, respondió: “el arte me sirve para respirar, da sentido a mi vida”.

 

 

La conversación permitió escuchar a un artista que tras varias décadas de trabajo se ha ganado el respeto y la atención de la crítica internacional, así como de las principales instituciones que se centran en el arte contemporáneo. En una exposición retrospectiva de su trabajo realizada en el año 2003 por el Museo Nacional de Arte Reina Sofía, que incluyó ochenta cuadros y una treintena de fotografías, se consideró “su obra como una de las más evocadoras de su generación, con un estilo muy personal ligado a la abstracción, dominadas por un sentido de lo sensorial y de placer intelectual, donde el pensamiento y la acción, el concepto y la emoción se introducen en un juego ingenioso y sensible”.