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La Torre de Don Borja acogió el 28 de septiembre con la celebración de un encuentro con el músico cántabro Alejandro Pelayo. En el diálogo, acompañado por su inseparable piano, el compositor y pianista habló de la relación entre música y poesía, de cómo afronta la creación, de su pasado como organista, de la etapa de Marlango y de los proyectos que está desarrollando en estos momentos.  Entre los nueve y los catorce años trabajó como organista en la iglesia de los Franciscanos, en Santander, allí se formó como músico y como persona, aprendió a valorar la música sacra y también se dio cuenta de que la gente es mucho más generosa en el dolor que en la alegría.

Alejandro Pelayo lleva casi toda su vida dedicada al piano. Es conocido por su faceta de compositor, pianista y productor de Marlango, formación con la que, hasta la fecha, ha publicado siete discos junto a la cantante y actriz Leonor Watling.  Desde el año 2017 desarrolla en paralelo su trabajo en solitario, publicando La Herida Invisible (Subterfuge 2017) y La Memoria de la Nieve (Altafonte 2019) y Sobre la piel (2022). El encuentro, plagado de anécdotas y sentido del humor, sirvió para acercarse a la forma de vivir la música de este encuentro y de componer: «Paso mucho tiempo delante del piano esperando, como el que sale a pescar»

 

 

Ha desarrollado, además, su labor de compositor en innumerables campañas publicitarias para marcas como Coca-Cola, Volkswagen, Acciona, Tecate, Freixenet o Metro de Madrid. Más allá de su dedicación profesional a la música, Alejandro Pelayo destaca el el papel que lo musical tiene en su bienestar: “Sentarse al piano es como ir a la farmacia, me hace bien si estoy mal, y siempre estoy mejor cuando termino de tocar que antes de empezar”.

 

Su interés por la poesía le ha llevado a desarrollar proyectos como Jardín, un espectáculo en el que se fusiona su música con la poesía del malagueño Alejandro Simón Partal. Además, junto a la actriz Nur Levi, realizó un espectáculo para conmemorar los cien años de la publicación de Manual de espumas, de Gerardo Diego. El interés de Alejandro Pelayo por la palabra se ha cristalizado en la publicación del libro de poesía Todas las noches que fuimos humo, editado por Espasa. Pelayo considera que “la poesía sirve para llegar a donde no llega la música y al revés, la música completa y termina el poema, son dos lenguajes mágicos que se mueven en paralelo, se observan, y algunas veces caminan juntos de la mano.”